Fue una aventura inolvidable y llena de experiencias, que tenía por objetivo conocer a la población con la que estaríamos trabajando en los siguientes años, además de subsanar en cierta medida las inclemencias del clima que sufre la zona, donde la temperatura baja hasta -10°C y no cuentan con las prendas y materiales suficientes para abrigarse adecuadamente, sin contar que también quisimos llevar un poco de alegría a los niños, dando juguetes de todo tipo a los más pequeños de la zona. Todo ello fue fruto del arduo trabajo de nuestro equipo y de la solidaridad de todos aquellos que colaboraron con la causa.
El viaje a Nueva Jerusalén era bastante complicado, puesto que hay muy poco transporte que pueda llegar hasta la zona, sin contar que la comunicación es escasa. Sin embargo, logramos contactarnos con la Municipalidad de Lircay, quienes fueron sumamente amables con nosotros y se motraron muy entusiasmados de hubieran personas interesadas en el bienestar de los más necesitados y que quisieran no solo ayudar de manera material, sino también llevar educación a la zona. De esta manera, la municipalidad nos recibió como reyes y nos brindaron todo el apoyo, en cuanto al transporte para llegar al pueblo, como colchones y frazadas para pasar algo abrigados las noches ahí.
Es así que logramos embarcar 200 frazadas, 4 cajas grandes llenas de ropa, y 3 cajas de juguetes en un volquete prestado por la Municipalidad. Nosotros eramos 7, acompañados de un camarógrafo y viajamos en una pequeña camioneta, con 4 de nosotros en la tolva. El viaje era bastante sinuoso, pero los paisajes valían la pena; y al llegar, toda la población se reunió para recibirnos y ayudar a instalarnos, nos presentaron a todos y explicaron brevemente el proyecto que queríamos realizar con ellos. Fue una ceremonia conmovedora, después de la cual se llevó a cabo una reunión con ellos para explicar detalladamente el proyecto de Grupo UMAS para ver si es que ellos estaban de acuerdo y les parecía provechoso para ellos. Todos se mostraron bastante entusiasmados y dispuestos a colaborar, lo cual facilitaría enormemente el proceso.
Ese día fue verdaderamente agotador, sin contar que estabamos a 4500 m.s.n.m y el soroche nos empezaba a afectar. Planificamos censar a la población al día siguiente con la ayuda de ciertos miembros de la población que se ofrecieron a guiarnos. De esta manera, salimos muy temprano y empezamos a recorrer la zona y realizar el censo para poder tener la información necesaria que nos informe sobre su estado de salud y número exacto para facilitar la repartición pertinente de las frazadas y donaciones.
El tercer y último día fue el más emotivo, pues repartimos a cada familia frazadas, ropa para cada uno de sus miembros, además de juguetes para todos los niños. Fue un trabajo duro pero completamente satisfactorio pues todos se mostraban sumamente agradecidos y los niños irradiaban una felicidad que hacía que todo el trabajo valiera la pena. Vivimos un momento verdaderamente inolvidable.
Finalmente hubo una ceremonia de despedida muy emotiva, donde los pobladores nos agradecían por todos y les explicamos que volveríamos en diciembre para empezar lo que era el proyecto en sí. De esta manera regresamos a Lircay sumamente satisfechos de nuestro trabajo y con todos los ánimos de regresar a ayudar a todas esas personas que de verdad se lo merecen.